9/10/17

Homero Manzi II

-- ¿Te acordás,  Homero, de la Pompeya triste, la del ciego fumando en el umbral y la vecina del pálido final llorando la noche que te fuiste?
Era aquel barrio que vos viste; allí se hundió el amigo fraternal, y llegó el organito de arrabal al almacén donde el codillo persiste.
Era el sur, Homero, y todo el cielo, de angustiado olvido y gris de pena, el mismo que cubrió a Male y al carrerito de engrasado pelo. ¡Era aquel Buenos Aires, hecho arena, que el viento se llevó tras de tu vuelo... 
Oscar Sbarra Mitre
Ex presidente de la Academia de Bellas Artes

"EL ULTIMO ENCUENTRO"
(Del poemario "Lunfa mío... y otras yerbas")
Buenos Aires, 1990

"Corrían otras épocas para Añatuya cuando Luis Manzione bajó del tren, seguido por su mujer, Angela Prestera, y su hermano Carmelo. Hijo de inmigrantes italianos, se dejó flechar por esta tierra de promisión que le pintó Carlos Rosso Picot, su cuñado, poderoso terrateniente local. Atrás quedaba la tranquila zapatería del barrio de Boedo. En el casco de "La 13" -propiedad de Rosso Picot- nació el 1° de noviembre de 1907 Homero Nicolás Manzione Prestera, el sexto de sus ocho hijos.

A los pocos días los Manzione se mudaron a la casona que hoy carga con el honor del nacimiento, a juzgar por las investigaciones de Yolanda T. De Tiberi.

Homero pasó sus primeros días en el pago. Montó burros cimarrones en pelo con los hermanos Abregú Virreyra -otro apellido caro a las letras santiagueñas-; se nutrió de hombres, costumbres y sonidos y "un paisaje agreste, donde ponen adorno los algarrobos y adelantan cuchillos de espina los vinales"; supo del "misterio de amor que siembra el  tren", y las miserias del obraje.

Pero las cosas no marcharon como en los sueños de su padre y en 1916 la familia regresó a Buenos Aires, a la apacible casa de la calle Cochabamba. En Santiago del Estero quedaron Carmelo -definitivamente afincado-, algunos intereses, un campito y una casa en el pueblo, que dio motivo a los Manzione para volver cada tanto a la patria chica. (Sobre todo Homero, quien convirtió a Añatuya en el centro de la creación poética inaugural. Incluso de sus afectos más íntimos: en uno de sus periódicos retornos al terruño nativo conoció a una viuda bonita y acaudalada, con quien se casó en 1931).

Poeta con luz de almacén y corazón de esquina

"Tengo  por  delante dos  caminos: hacerme hombre de letras o hacer letras para los hombres..."
Homero  Manzi

A los catorce años Homero Manzi produjo su primera canción: el vals "Por qué no me besas". A esta página siguieron después otras que hicieron su repertorio inicial: el tango "Memorias a Taborda", dedicado al fallecido célebre dibujante de "Crítica"; el vals "A su memoria", con música de Antonio Sureda, y el tango "Triste paica", con Juan Pecci.

"Milonga sentimental" y "Milonga del 900" fueron llevadas al disco por su admirado Carlos Gardel. Y el 27 de abril de 1934 compuso "El pescante", registrando por primera vez su conocido y famosísimo seudónimo: Homero  Manzi...

En 1947, Manzi dio a conocer sus tres composiciones capitales y últimas de su estupenda sociedad con "Pichuco": "Sur", "Discepolín" y "Che bandoneón"...

Pasaron los años y Manzi consiguió, por fin, un crédito para hacer cine. Fue presidente de SADAIC y viajó mucho. Y también hizo películas: "Pobre mi madre querida", en 1948, con Hugo del Carril, Emma Gramática y Aída Luz; "El último payador", en 1949, con Hugo y Tomás Simari y Ricardo Passano, y "Escuela de campeones" -historia del fútbol argentino- en 1950, con George Rigaud, Silvana Roth y Pedro Quartucci.

Y quedaron en el tintero otros proyectos que no alcanzó a concretar: la vida de Jorge Newbery, de Rubén Darío, de José de San Martín, y de Hipólito Yrigoyen.

¿Y por qué quedan en el tintero...? Porque justamente ahí es donde comienza su mala suerte: A fines de 1948 va al médico...
-- ¡Caramba...!!! --dice el doctor.

Manzi lo mira fijo y exige:
-- Hable claro, doctor... ¿Qué pasa conmigo...?

Y el médico le habla claro. Formula una sola palabra: cáncer. Lo operan... una, dos y tres veces. Y postrado, flaco como jamás, empieza a perder carreras como en Palermo...

Para lo único que tiene ganas es para escribir. A veces le parece que es el lápiz lo único que lo sostiene... Otras, simplemente dicta... Y otras, a veces, llora como un idiota, según solía decir...

El 27 de marzo de 1951, dos meses antes de morir -lo hizo el 3 de mayo- le regaló a Enrique Santos Discépolo, en el día de su cumpleaños, un tango que escribió por teléfono con Aníbal Troilo, y que dice:

Sobre el mármol helado migas de medialuna,
y una mujer absurda que come en un rincón...
Tu musa está sangrando y ella se desayuna...
El alba no perdona ni tiene corazón...
Al fin, ¿quién es el culpable de la vida grotesca
ni del alma manchada con sangre de carmín?
Mejor es que salgamos antes de que amanezca, 
antes de que lloremos, viejo Discepolín...

Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo nunca ocuparon un lugar en la Academia de Letras, porque prefirieron asociarse a una música, considerada "pecaminosa", como el tango. Cuenta Arturo Jauretche que el joven Homero le confesó un  día: "Tengo por delante dos caminos: hacerme hombre de letras o hacer letras para los hombres..." Pero luego de su encuentro con Cátulo Castillo se convenció para siempre que su destino estaba definitivamente enlazado a los temas nacionales, y sin sacrificio alguno de lenguaje y formas cultas.

El estudioso de la historia de nuestra música de tango Luis A. Sierra, escribió:

"Sus letras encierran una suerte de síntesis admirable de todo ese mundo romántico, sentimental, evocativo y nostálgico que conforma la esencia del temperamento y del carácter del porteño.
Manzi había declinado continuar con sus estudios de abogacía en la Facultad de Derecho cuando a los 18 años escribió 'El ciego del violín' para un concurso de letras de tango organizado por la revista 'El alma que canta'. Ese mismo texto, con música de Sebastián Piana y Cátulo Castillo, y con el título definitivo de 'Viejo ciego', fue el inicio de una serie de más de 150 obras".

Cátulo -gran amigo de Homero- fue quien lo vinculó a Sebastián Piana. Las más hermosas obras surgieron de esta relación. Recordemos "Milonga sentimental", "Milonga del 900" y "Milonga triste", las dos primeras inmortalizadas por Carlos Gardel.

Cuando en 1948 Edmundo Rivero estrenó y grabó "Sur", con música de Aníbal Troilo, se asistió a la evocación de una parte de nuestro propio pasado en el barrio de Pompeya, escenario de sus primeros recuerdos. En "Sur", Manzi evoca su primer amor adolescente "recostado en la vidriera y esperándote". Aquel "Sur" de Manzi tiene la grandeza de lo pequeño e imperecedero. Y es la expresión más profunda, por hablar como nadie de la "nostalgia de las cosas que han pasado".

La calidad de sus tangos es indiscutible. No se apoyaba en frases hechas, en formas recibidas, en esos recursos de moneda corrientes en muchos letristas. Como poeta, Manzi tenía su propia voz, rechazando así el repertorio trillado y el golpe bajo. Cada frase de sus tangos brota de un propósito expresivo único, inconfundible. Línea a línea se reconoce la manera de Manzi, y con ella,  su irreductible personalidad.

Su muerte -ocurrida el 3 de mayo de 1951 a los 44 años- se produjo posiblemente en el momento en que se manifestaba su madurez espiritual y su lenguaje poético en pleno desarrollo. Su encuentro cara a cara con la muerte lo sumergió en un estado contemplativo, del que nacieron sus últimos poemas: "Hombre" y "Definiciones para esperar mi muerte". Nadie puede discutirle a Manzi el carácter metafísico de "Hombre"; el poeta que siempre exaltó en sus versos el espíritu de las cosas que van camino del olvido, nos deja la más certera descripción de la naturaleza humana que, para él, también iba camino del olvido...

¿Eres cientos de vidas o una vida,
una sola infinita y dolorida?
¿Eres dueño del mundo en que transitas
o el mundo es gruta donde habitas?
¿Cómo puedes herir a la criatura
que es una imitación de tu figura?
¿Y permitir que giman tus mujeres
cuando son lo mejor de lo que eres.
Nada menos que tú que eres poeta
y cantaste la ley como profeta?
Nada menos que tú que de tan noble
trajiste hasta tu casa al pez y al roble,
y que hiciste infinita la medida
para encoger tu imagen y tu vida.
Y que al solo fervor de tu mirada
dibujaste los cosmos en la nada.
Y que al solo temor de hacerte malo
nombraste un juez y le entregaste el palo.
¿Cómo puedes fraguar maldad y muerte
si hiciste a Dios para no ser tan fuerte...

MALENA CANTA EL TANGO...

Todos los tangos de Manzi parecen la obra final. Probablemente porque contó en verso las pequeñas cosas de todos los días, los recuerdos enriquecidos por su mirada provinciana. Escribió sin cursilería sobre cosas cursis, anécdotas mínimas que, como cualquiera lo sabe, constituyen,  sin embargo,  el fundamento de una historia personal.

Esa mano poética firme le permite diseñar a Malena o María, reales o imaginarias, tan diferenciadas de ese tratamiento vulgar y epidérmico de la mayoría de sus contemporáneos letristas. No hay mujeres de lamé en contraposición con otras de percal. No hay mujeres fugitivas y erráticas que inexorablemente terminan sus noches en un hospital. Hay, en cambio, una mujer permanentemente sublimada que puede ser perfilada en cualquiera de sus versos... Todo eso en 44 años con una obra desperdigada a través de más de un centenar de tangos, valses y milongas, una treintena de poemas, varios guiones de cine -entre ellos el casi mitológico de "La guerra gaucha"- y miles de conceptos de vida vertidos en conferencias y discursos políticos.

"TUS TANGOS SON CRIATURAS ABANDONADAS..."

Se han tejido múltiples leyendas en torno de la existencia corporizada de Malena. Frente al silencio de Manzi se dijo que el tango estaba dedicado a Azucena Maizani, cosa que fue enérgicamente rebatida por la cantante. Otra variante conocida fue acreditar la inspiración de aquella Malena a la de Nelly Omar. Pero el rigor del almanaque desvirtúa también la versión: el poeta de Añatuya que describió como nadie a Buenos Aires, conoció a ésta tiempo después del estreno  de "Malena", a principios de 1941.

Por entonces cantaba por Radio Belgrano, con módica repercusión, una tal Gloria Argentina, cuyo nombre de familia era Josefa Amato, esposa del dueño de la "Casa de las Achuras", en Córdoba y Salguero, famoso en la década del '40. Tras la muerte de Manzi la cantante, que había modificado su seudónimo por el de Malenacontó una historia poco creíble, a la que se aferró hasta su muerte: Manzi la habría escuchado en el teatro "Apolo" y compuso el tango en su homenaje...

La catarata de inexactitudes pergeñadas a lo largo de los años, fabricó historias absolutamente alejadas de la realidad. Lucio Demare -autor de la música de "Malena"- y Francisco García Jiménez, uno de los máximos poetas del tango, investigador prolijo y amigo de Manzi, revelaron la historia menos épica y doméstica de la protagonista real, una mujer de vida común, más acá del instante milagroso en que el poeta la transformó en heroína.

Delgada, de ojos castaños, pelo negro, más sensual que bonita. Voz pastosa con cierta cadencia. Afinada, expresiva, pero sin el detonante que produce el ángel. Había cantado, en el '29,  con el sexteto Vardaro-Pugliese. Manzi la conoció a fines del '39 en Brasil, en el marco de una gira en la que también participó Demare. Su nombre artístico -Malena de Toledo- resaltaba en la cartelera del teatro. Para entonces, María Elena Tortoledo (tal su verdadero nombre), artista de varieté y cantante, nacida en Buenos Aires, hija de un cónsul honorario de España en Río Grande do Sul, se había dedicado a la canción romántica.

Malena Toledo reaparece en Cuba, donde conoció al cantante mejicano Genaro Salinas -de gran popularidad en aquellos años-, con quien se casó. Cuando regresó a Buenos Aires, "Malena" -el tango- estaba ya incrustado en el corazón de los porteños. Manzi no tuvo ningún contacto con ella hasta su muerte. Se duda, incluso, que alguna vez la hubiera escuchado.

El 2 de abril de 1957, en el marco de una gira que realizaba por Venezuela, Genaro Salinas fue encontrado muerto, desnucado, debajo de un puente en el barrio de Chaguáramos, de Caracas. Había sido asesinado por un policía, supuestamente involucrado en el tráfico de drogas. 

Malena, en Buenos Aires, sobrevivió trabajando como representante artística. En 1960, en total desamparo y en un marco de extrema pobreza, murió en Montevideo.

Había dejado un registro grabado, en los viejos disco de 78: "Volvé", de Donato y Bayón Herrera. Cantaba como todas, es decir, como ninguna...

Jorge Göttling-Diario Clarín

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