3/10/17

De Letras y Comentarios

Griseta


Cuando Laborde estrenó en 1924 "Griseta", se estrenó algo más que un tango. Fue testimonio de una época muy particular que incluía un extravagante intercambio entre dos capitales: Buenos Aires y París, París y Buenos Aires. Mercadería poco vul­gar en ese intercambio eran las "grisettes", cuya historia, aunque seguramente bajo otra denominación menos afrancesada, no es ajena a ninguna memoria que tenga huellas arrabaleras. González Castillo, su autor, trasladó además en esta letra a extraños personajes de la literatura europea a oídos porteños. A los que regaló también parte del periférico vocabulario pari­sino.

Griseta, el tango de En­rique Delfino, es un clásico. ¿Y qué es un clásico? Mu­chas veces se usan palabras: sin saber bien qué cosa sig­nifican. En Roma, el clasis­cus era un ciudadano de la primera de las cinco clases en que estaba dividida la sociedad. Después se dijo clásicos de los escritores considerados dignos de imi­tación y, por último, de todo lo que es principal y notable.

Aclaradas así las cosas, cuando se dice que Griseta es un clásico se pretende decir que es uno de los tan­gos más notables de todos los tiempos. Pero ¿por qué Griseta? Una grisette es, en francés, una obrerita. Pri­mero se llamó grisette a cierta tela gris, muy ordi­naria; y luego a las obreritas que vestían trajes o uni­formes. Debían de ser bas­tante 'ligeritas', porque ya en el 1600 se llamaba griset­tes a las costureritas y bor­dadoras que se dejaban ga­lantear fácilmente. Como se ve, antes de que la costu­rerita de Evaristo Carriego anduviera dando malos pa­sos por Palermo, otras mu­chas habían trastabillado ya por las rues de París.

Además de ser un clá­sico, Griseta es un para­digma; es el prototipo del tango romanza creado por Delfino y por Cobián (en realidad, es el primero en cuya partitura aparece la designación "romanza"). El tango romanza no es sino un aire que ha perdido el úl­timo vestigio de canyengue, que tiene un aire román­tico, como la romance fran­cesa, y que está musical­mente más desarrollado que los tanguitos de la pri­mera guardia. El estreno de Griseta estuvo a cargo del tenor Raúl Laborde en 1924.

Ya se sabe que la letra de Griseta es de José González Castillo. En 1924, París ya era, desde hacía diez u once años, la sucursal del tango. Y Buenos Aires, la meca de los rufianes franceses. Buenos Aires exportaba a París apuestos ciudadanos que, si no se parecían, trataban de parecerse a Ro­doIfo Valentino, y París ex­portaba a Buenos Aires y a Rosario la flor y nata del proxenetismo. Griseta -como madame Yvonne- ­fue un producto de ese in­tercambio, una mercadería consignada al arrabal que, como era habitual, recaló en el cabaret.

González Castillo con­gregó en Griseta un grupo de personajes extraños: Schaunard, Des Grieux, Duval... ¿Quienes son esos caballeros? González Castillo los exhumó de tres famosas y se supone que por entonces muy leídas novelas francesas: Rodolfo y Mimí, Museta y Schaun­ard son dos parejas de amantes de las Escenas de la Vida Bohemia, la famosa novela de Henri Murger que también inspiró La Boheme, de Giacomo Puc­cini. Manon y Des Grieux son los protagonistas de Manon Lescaut, famosí­simo folletín que el abate Prevost publicó en 1733. Y Margarita Gauthier y Du­val lo son de La Dama de las Camelias, la novela de Alejandro Dumas (hijo).

Por supuesto, la letra de Griseta está empedrada de términos franceses y argó­ticos. Habla del quartier, que no es sino el quartier latin, el barrio latino, estu­diantil y ruidoso, de Montparnasse; menciona al mu­guet, que en español se dice muguete y es una planta li­lácea, de flores muy perfu­madas, y no se olvida -por supuesto- de la cocó, que entonces estaba de moda y  qué, según documenta A media luz, el tango de Lenzi y Donato, en ciertos 'pisitos' abundaba como en botica.

El encanto de Griseta está, por supuesto, en la melodía lánguida, desalen­tada, de Delfino. Pero tam­bién en los versos del viejo Castillo, llenos de suges­tión y de misterio; la suges­tión y el misterio que aporta la evocación.

("Tango – 100 Años de Historia" – Ed. Perfil – Abril de 1992)

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