24/12/17

"Yira… yira…, el más mío de los tangos"

por Enrique Santos Discépolo 

Siempre se ha dicho que la vida de Enrique Santos Discépolo fue un ir y venir. "Soy búmeran por temperamento", solía bromear, mientras se comparaba con los criminales, los novios o los cobradores, para sentenciar: "Yo regreso siempre". Y esta misma vida lo llevaba a conocer la soledad absoluta por momentos, pero también en otros, sentirse miembro de la más extensa familia: el pueblo argentino.

Nacido en el barrio porteño de Balvanera, el 27 de marzo de 1901, hijo de un músico de orquesta, quedó pronto huérfano y a cargo del mayor de sus cuatro hermanos, Armando, que fue quien lo encaminó por el mundo de la cultura popular: la música, el teatro y la literatura.

Con apenas 16 años debutó como actor y poco tiempo después se animó a escribir sus primeras obras de teatro y letras de tango: "El bizcochito" y la más conocida "Qué vachaché" fueron escritas en los años 20, en su más temprana juventud. En muy poco tiempo, sus letras serían interpretadas por grandes cantantes como Azucena Maizani, Tita Merello y el mismísimo Carlos Gardel, mientras continuaba su labor actoral, y en la década siguiente podría conocer el mundo artístico de Europa.

Cuando ya en su repertorio contaba con letras como "Yira, yira", "Qué sapa señor", "Malevaje" y "Soy un arlequín" y la más cruda descripción de la "Década Infame" con "Cambalache", apareció el peronismo, con el que simpatizó fervorosamente y defendió desde las trincheras radiales, con su programa "Mordisquito". En 1951, protagonizaría el recordado film "El hincha", pero hacia fines de aquel año, el 23 de diciembre, un síncope al corazón terminaría con su vida.

Para recordarlo, transcribimos a continuación sus recuerdos sobre cómo escribió "Yira… yira…", uno de sus tangos más emblemáticos, inspirado en un momento de su vida de "trabajos, fatigas, luchas y contratiempos", "de dificultades diarias, de la injusticia, del esfuerzo que no rinde, de la sensación de que se nublan todos los horizontes, de que están cerrados todos los caminos".

Fuente: Escritos inéditos de Enrique Santos Discépolo. Introducción y comentarios: Norberto Galasso, Buenos Aires, Ediciones del Pensamiento Nacional, 1986, págs. 28-30.

Cómo escribí "Yira... yira..."

"Yira... yira..." surgió, tal vez, como el más espontáneo, como el más mío de los tangos, aunque durante tres años me estuvo "dando vueltas". Porque sí está inspirado en un momento de mi vida. Venía yo, en 1927, de una gira en la que nos había ido muy mal. Y después de trabajos, fatigas, luchas y contratiempos regresaba a Buenos Aires sin un centavo. Me fui a vivir con mi hermano Armando a una casita de la calle Laguna. Allí surgió "Yira... yira...", en medio de las dificultades diarias, del trabajo amargo, de la injusticia, del esfuerzo que no rinde, de la sensación de que se nublan todos los horizontes, de que están cerrados todos los caminos. Pero en aquel momento, el tango no salió. No se produce en medio de un gran dolor, sino con el recuerdo de ese dolor.

"Yira... yira..." nació en la calle. Me la inspiraron las calles de Buenos Aires, el hombre de Buenos Aires, la rabia de Buenos Aires... La soledad internacional del hombre frente a sus problemas...

Yo viví la letra de esa canción. Más de una vez. La padecí, mejor dicho, más de una vez. Pero nunca tanto como en la época en que la escribí. Hay un hambre que es tan grande como el hambre del pan. Y es el hambre de la injusticia, de la incomprensión. Y la producen siempre las grandes ciudades donde uno lucha, solo, entre millones de hombres indiferentes al dolor que uno grita  y ellos no oyen. Londres gris, Nueva York gris, Buenos Aires..., todas deben ser iguales... Y no por crueldad preconcebida sino porque en el fárrago ruidoso de su destino gigante, los hombres de las grandes ciudades no pueden detenerse para atender las lágrimas de un desengaño. Las ciudades grandes no tienen tiempo para mirar el cielo... El hombre de las ciudades se hace cruel. Caza mariposas de chico. De grande, no. Las pisa... No las ve... No lo conmueven...

Yo no escribí "Yira... yira..." con la mano. La padecí con el cuerpo. Quizás hoy no la hubiera escrito porque los golpes y los años serenan. Pero entonces tenía veinte años menos y mil esperanzas más. Tenía un contrato importante con una casa filmadora que equivocadamente se empeñaba en hacerme hacer cosas que me desagradaban como artista... Como hombre digno. Y me jugué. Rompí el contrato y me quedé en la calle. En la más honda de las pobrezas y en la más honrada soledad...

"Yira... yira..." fue una canción de la calle, nacida en la calle cuando le mordía el talón a los pasos de los hombres.

Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga feliz, sino porque de esa manera estoy más cerca de ellos. Y traduzco ese silencio de angustia que adivino. Usé un lenguaje poco académico porque los pueblos son siempre anteriores a las academias. Los pueblos claman, gritan, ríen y lloran sin moldes. Y una canción popular debe ser siempre el problema de uno padecido por muchos...

Yira… yira…

Cuando la suerte, que es grela,
fayando y fayando te largue parao;
cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao;
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer 
secándose al sol;
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango 
que te haga morfar,
la indiferencia del mundo,
que es sordo y es mudo,
recién sentirás.

Verás que todo es mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa,
yira... yira...
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor.

Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres que vos apretás
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao;
cuando te dejen tirao,
después de cinchar,
lo mismo que a mí;
cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropa que vas a dejar
te acordarás de este otario
que un día, cansado,
se puso a ladrar.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

23/12/17

Discepolín por Tania

El 23 de diciembre de 1951 moría en Buenos Aires Enrique Santos Discépolo, el gran poeta del tango, autor de Cambalache, Yira… Yira…, Cafetín de Buenos Aires y Uno. Su compañera Tania así lo recordaba en estas líneas, publicadas en el diario La Opinión Cultural el 17 de diciembre de 1972.

Fuente: Diario La Opinión Cultural, domingo 17 de diciembre de 1972.

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Un día, Razzano lo encontró a Enrique Santos Discépolo en el restaurante El Tropezón. Discepolín iba allí a cenar con los cerebros de la época y no tenía nada que ver con el cabaret, pero Razzano lo convenció para que fuera al teatro a ver a la "gallega que canta Esta noche me emborracho". Ese tango lo había estrenado Azucena Maizani, no yo, como cree mucha gente.

Una noche fue a verme con un grupo de amigos. Al terminar el espectáculo, me lo presentaron. A mí me daba lo mismo Discépolo, Razzano, Fresedo, qué sé yo, en esa época estaba en otra onda. Yo iba al hipódromo, a las carreras, me importaba ver qué vestidos y qué alhajas me ponía, qué coche usaba. Pero esa noche, Discépolo me invitó a verlo actuar en un sainete que estaba haciendo con su hermano Armando. Yo no le di mucho corte, lo único que podía sacudirme entonces era un galán o algo así.

Me decían: "Este es el autor de Esta noche me emborracho, el hermano del gran dramaturgo Armando Discépolo". A mí no me iba ni me venía. Sin embargo, él era un hombre que atrapaba a la gente por sus maneras, por su forma de ser. Recuerdo que me dijo como veinte veces "no se moleste por mí". A mí me pareció una falta de educación irme, así que dejé que me invitara. Me dio un palco y lo fui a ver. Sí, me pareció buen actor. Entré a saludarlo y me invitó a cenar en El Tropezón. Creo que fui dos veces a charlar con él pero me aburrí mucho. Estaba rodeado de gente. Eran todos cráneos y yo no entendía nada de lo que hablaban. Un día me mandó una caja de marrons glacé. Eso me conmovió mucho, entonces fui yo quien lo invitó a tomar un té al Richmond, que era donde iba la gente de mundo de la época. "Cómo no", me contestó. A mí me parecía un muchacho fino, elegante, distinto a la gente que conocía yo, que era muy rica pero con otro estilo.

Salimos uno y otro día. Creo que fui yo quien lo conquistó a él. Se fue dejando conquistar de a poco. En esos días yo me estaba separando de mi marido. Fue una cosa sin peleas, sin líos, hicimos una separación legal y él se fue a España. Creo que la aparición de Enrique precipitó todo. Mi vida empezó cuando lo conocí a Discépolo. Entonces nací.


Recuerdo que fui yo la que se declaró. Le dije: "¿Por qué no salimos? Yo tengo coche". Él me contestó: "Yo no, yo soy pobre". Tuve que decirle que yo tenía coche pero no era rica. Ahora me resulta absurdo; salíamos con mis amigas, todos juntos.

Paseábamos por Palermo. Yo era más atrevida o más audaz que él. Íbamos acá, allá, a cenar, todo fue tan lindo… Un día me dijo: "Encontré un departamento precioso". Era un bulín frente a El Tropezón. Por entonces yo vivía en un piso en Uruguay casi Corrientes. El cambio para él fue un poco trágico. Para mí no tanto porque me quedaba sola en un piso, le había dicho chau a mi marido y quedaba libre. Pero para él era casi trágico, porque vivía con Armando, que era como un padre para él. También vivían allí otra hermana y el cuñado. Un día Enrique sacó un par de zapatillas y un pijama, otro día la máquina de escribir, otro día decide que no va a volver allí. Así que tuvieron unas discusiones momentáneas. Eso lo amargó bastante.

Lo primero que se llevó fue un armonium que usaba para dar serenatas con Filiberto, Riganelli y otros. En la casa teníamos cuatro muebles locos. Entonces llegó mi hermana de Europa y se vino a vivir con nosotros. Yo dejé de trabajar porque mi vida había cambiado. A él no le caía bien que yo siguiera en el cabaret, así que aprovechamos que se me habían presentado algunas giras con un trío de tangos.

Le cuento mi vida con Discépolo, o su vida, porque en verdad yo no existía sin él. Él trabajaba con su hermano, pero no quería salir de gira. Siempre yo ganaba un poco más que Enrique y así se compensaba todo. Él era muy él. La gente suele decir que yo lo dominaba. No es cierto, a Discépolo no lo dominaba nadie. Tenía una paz que daba la sensación, que era yo la que lo dominaba, pero no.

Yo nunca creí que un hombre me iba a decir: "Mirá, me voy a caminar por Corrientes, pero solo". O también: "¿Por qué no te vas con un amigo o una amiga y venís tarde que quiero escribir?". Siempre quería estar solo. Después era más fácil, porque compramos una casa en La Lucila y tenía todo el país para él.

Era un descontento. Él leía una obra de teatro suya y le decían "¡Qué bien!", y luego, al día siguiente, la rompía. Le costaba mucho escribir. Yira... yira... le llevó dos años.

En el teatro Argentino hizo con su hermano Armando y con Faust Rocha, Fin de jornada, Lluvia, El grillo. Yo seguía cantando tangos y la Tania española había quedado atrás.

Enrique era una caja de sorpresas. A veces se aparecía con varios amigos, sin avisar nada, pero no me permitía que pusiera mala cara. Imagínese usted a la chiquilina caprichosa que era yo, acostumbrada a hacer lo que quiere, frente a tales circunstancias. Yo tengo que haberlo querido mucho porque si no, cómo resigné mis idas a bailar a Olivos, mi farras, por un tipo que era todo lo contrario a mí. ¿Cómo pude pasar del gran jolgorio a las charlas intelectuales? Sí, lo quería mucho.

Recuerdo que él escribía las letras de sus tangos una y otra vez. Se paseaba por la habitación y me las leía, después casi siempre las destruía. Los únicos tangos que escribió rápidamente fueron Cafetín de Buenos Aires y Uno, porque íbamos a debutar en el teatro Casino y no teníamos tangos, además había que hacer una película y necesitaban Cafetín de Buenos Aires. Entonces los escribió en tres o cuatro meses. Para él, eso era una velocidad increíble.

Nunca se le dio por escribir prosa. Yo no sé por qué. Él podía estar horas hablando y fascinando a todo el mundo. Alain Delon no hubiera tenido nada que hacer en una reunión donde estuviera Discépolo. Por ejemplo: llegamos a París, conocíamos a tres personas y al mes ya estábamos rodeados de tanta gente que era increíble.

Un día me dijo: "¿Sabés qué me gustaría ser? Linyera, para no hacer nada". Ahora, él hubiera sido hippie, para ir por los caminos sin que nadie lo moleste, sin hacer nada.

Yo lo llamaba "Don Fulgencio". Parecía que nunca hubiera tenido infancia. Cuando fuimos a la casa de La Lucila, él se compró un mameluco jardinero y estaba todo el día con la manguera y las plantitas. Muchos dicen que si viviera, estaría lleno de plata. ¡Qué equivocados están! No tendría un peso, porque no le gustaba trabajar. Decía: "Yo tengo una mujer preciosa, tengo un gato, una casa muy bien puesta y hasta personal de servicio. ¿Qué más quiero?".

El gato se llamaba Morris. Era un gato reo, reo, negro, grande, que llegó un día a la casa, perdido. Le dijo: "Te voy a poner Morris porque sos inglesito". Era un gato de albañal que se peleaba por ahí y venía todo lastimado.

Enrique tenía su piso de arriba en la La Lucila, con vista al río, donde trabajaba en sus cosas. Todos los días a las siete de la tarde, cuando se ponía a trabajar el gato subía la escalera, entraba y saltaba al escritorio. Él no le permitía a nadie tocarle los papeles pero Morris se desparramaba por encima, arrugaba todo y recibía sonrisas. El gato no se daba con nadie. Hablaba  con él, lo seguía por el jardín, ocupaba un sillón de raso que yo quería mucho. Un día, cuando lo vi en el sillón, le dije: "¿A vos te parece que el gato puede estar allí, todo sucio como anda, sobre ese sillón de raso blanco maravilloso?" Él me contestó: "Hay tantos que se sientan en ese sillón y que no lo merecen. Dejá que se siente el gato".

Un día íbamos para La Lucila en el auto y él ve un tipo durmiendo en un zaguán. Frenó, se bajó, se sacó el sobretodo y se lo puso encima, encima del tipo. Yo le dije: "¿Cómo le das el sobretodo?" y él me responde: "¿Sábes los sobretodos que me van a dar mañana cuando salga, aunque no tenga plata? En la sastrerías me quieren mucho". Otra vez le di diez pesos a un pobre y él me sacó la mano y le dio mil pesos. Yo puse el grito en el cielo, pero Enrique me dijo: "¿Qué iba a hacer el pobre tipo con diez mangos? Con mil tal vez puede solucionar algo". Yo me tuve que ir haciendo a ese estilo.

Su único defecto fue creer demasiado en la gente. Pero contra lo que dicen muchos, él no tenía nada que ver con esa angustia que había en sus tangos. El lo dijo veinte veces. Con Chorra, por ejemplo, me contaba que conoció a un tipo al que le habían hecho eso: un tipo de un mercadito, que se enamoró de una mina, qué sé yo. 

Me contó una vez que él había tenido una novia de la que estaba muy enamorado. Un día decidieron suicidarse en el río. Llovía mucho y Enrique fue a esperarla a la costanera para tirarse juntos al río. De pronto ella llega en un taxi, baja y Enrique ve que se había puesto un perramus y tenía un paraguas. Entonces le dijo: "Yo te espero debajo de la lluvia y vos te venís así, toda tapada; rajá, no merecés ni suicidarte".


En la casa de La Lucila había un cuadro, una pintura muy linda en la que yo aparecía muy hermosa mirando hacia la puerta de entrada. Un día llego y el cuadro no está. Le pregunté a la muchacha de la limpieza: "¿Qué pasó con el cuadro? ¿Se cayó, se rompió?" M dice: "No, el señor mandó a retirarlo y ordenó que lo colgáramos en el garaje". Cuando Enrique vino le pregunté por qué lo había hecho: "¿Sabés qué pasa? -me dijo-. Tenías un gesto como diciendo: ¿para qué vienen acá? Lo mandé sacar para que no se ofendieran las visitas".

Él podía vivir con poco. Decía: "Los pilotos norteamericanos bombardean Corea y comen apenas un chocolatín. Total, yo no tengo que bombardear Corea". Era un tipo alegre a su manera. Siempre con amigos: Canaro, Fresedo, Lomuto, Manzi, venían todos a casa con las novias y esposas. También jugaba a las carreras pero sin plata. Se compraba la Verde, elegía los caballos y jugaba de grupo. Al caballo tal y al caballo cual, y decía "perdí" o "gané". Hacía cosas de chico.

Yo siempre trabajé más que él. Enrique no era trabajador. No tenía hora para escribir. Se levantaba a la una de la tarde y salía a caminar a ver a sus amigos. Yo tenía que preocuparme de que comiera porque era un inapetente. Creo, en serio, que a él le hubiera gustado ser hippie para eludir el trabajo. 

En sus últimos años estaba muy cansado. Se angustió mucho por el asunto ése de las charlas por radio durante el gobierno de Perón. A él nunca lo obligaron a decir algo que no quería. Él lo conocía a Perón desde que éste era teniente coronel y tomó lo de Mordisquito como una obligación para consigo mismo. Lo angustió mucho la reacción de algunos amigos que dejaron de hablarle, le quitaron el saludo. Él no podía soportar que lo creyeran obsecuente. Jamás lo fue. Sin embargo, esa angustia nunca me la transmitió a mí. Nunca me dijo nada. Creo que esto tuvo mucho que ver con su muerte. El cansancio y esta angustia.

Se murió de repente. Estábamos planeando un veraneo de un mes en Pinamar y luego teníamos que ir al casino de Mar del Plata a hacer Blum. El 22 de diciembre de 1951 se sintió cansado y no se quiso acostar. Se quedó en el sillón ése del living, frente al balcón. Era como el gato: le gustaba mucho tirarse en un sillón. Parece que la gente hubiera intuido la tragedia: Osvaldo Miranda, pasaba por la calle y subió a charlar un rato. Vino también otra gente que no tenía por qué venir. Hasta el valet, que tenía su día libre, vino. Cuando ya no quedaba nadie por llegar, empezaron a visitarlo médicos y más médicos. Yo no me daba cuenta de nada. Miranda y mi sobrino estuvieron con él hasta último momento. El día 23 a las diez de la noche me nombró "Tania…", dijo y cerró los ojos.

Si la ventana hubiera estada abierta yo me habría tirado. Estaba desesperada. En el verano me fui sola a Pinamar. Estuve cinco meses. Lo que le voy a decir es una cursilería, pero pensé mucho en Alfonsina Storni. Mientras miraba el mar pensaba en su coraje para meterse en el agua y no volver. Pero fui cobarde primero, fuerte después. Sabía que tenía que vivir y asumí su muerte. Sólo quien vivió con Enrique puede saber lo difícil que era perderlo. Aún hoy mi vida es la suya. Por eso me refugié en Cambalache, donde todavía canto. ¿Qué otra cosa puedo hacer?

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

14/12/17

Discografía de Rodolfo Biagi

RBI001   22/08/1927         Cruz diablo (Solo de piano)
RBI002   22/08/1927         El carretón (Solo de piano)
RBI003   15/08/1938         El incendio (Instrumental)
RBI004   15/08/1938         Gólgota (Teófilo Ibáñez)
RBI005   16/10/1938         Unión Cívica (Instrumental)
RBI006   17/10/1938         Viejo portón (Teófilo Ibáñez)
RBI007   15/11/1938         El trece (Instrumental)
RBI008   15/11/1938         Loca de amor (Teófilo Ibáñez)                                              
RBI009   02/12/1938         Lejos de ti (Teófilo Ibáñez)
RBI010   02/12/1938         Una pena (Teófilo Ibáñez)
RBI011   24/03/1939         La maleva (Instrumental)
RBI012   24/04/1939         Alma de bohemio (Teófilo Ibáñez)
RBI013   27/04/1939         Campo afuera (Teófilo Ibáñez)
RBI014   27/04/1939         La novena (Teófilo Ibáñez)
RBI015   13/07/1939         Dichas que viví (Andrés Falgás)
RBI016   13/07/1939         Pura clase (Instrumental)
RBI017   18/09/1939         Cielo! (Andrés Falgás)
RBI018   18/09/1939         El rápido (Instrumental)
RBI019   22/09/1939         Dejame amarte aunque sea un día (Andrés Falgás)
RBI020   22/09/1939         Son cosas del bandoneón (Andrés Falgás)
RBI021   26/10/1939         Griseta (Andrés Falgás)
RBI022   26/10/1939         Queja indiana (Andrés Falgás)                                             
RBI023   13/03/1940         La chacarera (Andrés Falgás)                                                     
RBI024   14/03/1940         Dejá el mundo como está (Andrés Falgás)                                
RBI025   27/03/1940         Cicatrices  (Andrés Falgás)                                                   
RBI026   27/03/1940         El último adiós (Andrés Falgás)                                      
RBI027   12/04/1940         A mí no me interesa (Andrés Falgás)                                          
RBI028   12/04/1940         El estribo (Instrumental)                                             
RBI029   19/06/1940         El yaguarón (Instrumental)                                                 
RBI030   19/06/1940         Todo te nombra (Jorge Ortiz)                                           
RBI031   26/06/1940         Pinta orillera (Jorge Ortiz)                                                   
RBI032   28/06/1940         Cantando se van las penas (Jorge Ortiz)                               
RBI033   16/07/1940         Guapo y varón (Jorge Ortiz)                                                 
RBI034   16/07/1940         Quiero verte una vez más (Jorge Ortiz)                         
RBI035   04/10/1940         Callecita de mi barrio (Jorge Ortiz)                                   
RBI036   04/10/1940         Por un beso de amor (Jorge Ortiz)                                   
RBI037   15/10/1940         Marcas (Jorge Ortiz)                                                                 
RBI038   15/10/1940         Misa de once (Jorge Ortiz)                                                   
RBI039   17/12/1940         La marca del fuego (Instrumental)                                         
RBI040   17/12/1940         No le digas que la quiero (Jorge Ortiz)                             
RBI041   26/12/1940         Re Fa Si (Instrumental)                                                             
RBI042   26/12/1940         Yo también (Jorge Ortiz)                                               
RBI043   14/01/1941         El entrerriano (Instrumental)                                               
RBI044   14/01/1941         Pájaro ciego (Jorge Ortiz)                                                     
RBI045   15/03/1941         Humillación (Jorge Ortiz)                                                     
RBI046   15/03/1941         Será lo mejor (Jorge Ortiz)                                                       
RBI047   26/03/1941         Lágrimas y sonrisas  (Instrumental)                                   
RBI048   26/03/1941         Zaraza (Jorge Ortíz)                                                                 
RBI049   04/07/1941         La marcha nupcial (Jorge Ortiz)                                           
RBI050   04/07/1941         Romántico bulincito (Jorge Ortiz)                                         
RBI051   29/07/1941         Cuatro palabras (Jorge Ortiz)                                         
RBI052   29/07/1941         Ya lo ves (Jorge Ortiz)
RBI053   26/09/1941         Ahora no me conocés (Jorge Ortiz)                                     
RBI054   26/09/1941         Carillón de la Merced (Jorge Ortiz)                                     
RBI055   07/10/1941         Pájaro herido (Instrumental)                                                   
RBI056   07/10/1941         Quejas de bandoneón (Instrumental)                                     
RBI057   21/10/1941         Di Di (Instrumental)                                                               
RBI058   21/10/1941         Picante (Instrumental)                                                           
RBI059   03/12/1941         Arrebato (Alberto Lago)                                                           
RBI060   03/12/1941         Marchetta (Marquitta) (Instrumental)                               
RBI061   03/12/1941         No puede ser (Alberto Lago)                                               
RBI062   20/01/1942         Bélgica (Instrumental)                                                             
RBI063   02/02/1942         Sentimiento gaucho (Instrumental)                                 
RBI064   02/02/1942         Te odio (Alberto Lago)                                                         
RBI065   15/04/1942         Calla corazón (Jorge Ortiz)
RBI066   15/04/1942         La Cumparsita (Recitado Jorge Ortiz)     
RBI067   22/05/1942         Amor y vals (Alberto Lago)                                               
RBI068   22/05/1942         Metido (Alberto Lago)                                                             
RBI069   28/08/1942         Catorce primaveras (Jorge Ortiz)                                     
RBI070   28/08/1942         Indiferencia (Jorge Ortiz)                                                       
RBI071   10/09/1942         Oyendo tu voz (Jorge Ortiz)                                                     
RBI072   29/10/1942         Si de mi te has olvidado (Jorge Ortiz)                                 
RBI073   15/01/1943         Pueblito de provincia (Jorge Ortiz)                                   
RBI074   15/01/1943         Señor... Señor... (Jorge Ortiz)                                               
RBI075   03/03/1943         A la luz del candil (Carlos Acuña)                                         
RBI076   03/03/1943         Arlette (Alberto Amor)                                                           
RBI077   03/03/1943         Por algo será (Alberto Amor)                                                     
RBI078   03/03/1943         Yo tengo un puñal (Carlos Acuña)                                           
RBI079   29/04/1943         Barrio reo (Carlos Acuña)                                                   
RBI080   29/04/1943         Canción de rango (Carlos Acuña)            
RBI081   24/05/1943         Prisionero (Alberto Amor)                                                       
RBI082   08/07/1943         Soy del noventa (Carlos Acuña)                                     
RBI083   08/07/1943         Tres horas (Alberto Amor)                                                           
RBI084   24/08/1943         Adiós te vas (Carlos Acuña)                                                 
RBI085   07/12/1943         Lonjazos (Carlos Acuña)                                                                 
RBI086   07/12/1943         Si la llegaran a ver (Alberto Amor)                                             
RBI087   11/04/1944         Lison (Alberto Amor)                                                                 
RBI088   11/04/1944         Sueño de juventud (Carlos Acuña)                                       
RBI089   09/05/1944         Nada (Alberto Amor)                                                             
RBI090   09/05/1944         Tu voz (Carlos Acuña)                                                           
RBI091   30/05/1944         Sosiego en la noche (Carlos Acuña)                         
RBI092   10/08/1944         Como el hornero (Alberto Amor)                                               
RBI093   11/08/1944         A suerte y verdad (Carlos Acuña)                                         
RBI094   15/09/1944         Seamos amigos (Alberto Amor)                                                 
RBI095   15/09/1944         Viento malo (Alberto Amor)                                                   
RBI096   04/11/1944         Uno (Carlos Acuña)
RBI097   24/01/1945         Magdala  (Jorge Ortiz)                             
RBI098   06/02/1945         Copas, amigos y besos (Jorge Ortiz)                                 
RBI099   06/02/1945         Paloma (Alberto Amor)                                                         
RBI100   28/02/1945         Yuyo verde (Jorge Ortiz)                                                   
RBI101   19/04/1945         Equipaje (Jorge Ortiz)                                                             
RBI102   22/04/1945         Trenzas (Jorge Ortiz)                                                       
RBI103   15/05/1945         Café de los angelitos (Alberto Amor)                                         
RBI104   25/05/1945         Tu melodía (Jorge Ortiz)                                                       
RBI105   26/05/1945         Me quedé mirándola (Alberto Amor)                                       
RBI106   15/06/1945         Cuando se ha querido mucho (Jorge Ortiz)                         
RBI107   06/09/1945         Mis amores de ayer (Alberto Amor)                                       
RBI108   06/09/1945         Soledad... la de Barracas (Jorge Ortiz)                               
RBI109   15/10/1945         Anselmo Laguna (Alberto Amor)
RBI110   15/10/1945         Tus labios me dirán (Alberto Amor)
RBI111   30/11/1945         Hoy te quiero mucho más (Alberto Amor)
RBI112   30/11/1945         Pobre negrito (Flor de Montserrat) (Alberto Amor)
RBI113   18/01/1946         Aroma de amor (Alberto Amor)
RBI114   18/01/1946         Pudo ser una vida (Alberto Amor)
RBI115   31/01/1946         Adiós pampa mía (Alberto Amor)
RBI116   31/01/1946         Marol (Alberto Amor)
RBI117   17/04/1946         Cuatro lágrimas (Alberto Amor)
RBI118   17/04/1946         Levanta tu corazón (Alberto Amor)
RBI119   23/05/1946         Camino del Tucumán (Alberto Amor)
RBI120   23/05/1946         Mientras duerme la ciudad (Carlos Saavedra)
RBI121   18/06/1946         El irresistible (Instrumental)
RBI122   18/06/1946         Gracias (Carlos Saavedra)
RBI123   10/07/1946         Con mi perro (Alberto Amor)
RBI124   10/07/1946         Lucienne (Alberto Amor)
RBI125   16/08/1946         La huella (Instrumental)
RBI126   16/08/1946         Por eso grito (Carlos Saavedra)
RBI127   22/11/1946         Cuando llora la milonga (Alberto Amor)
RBI128   22/11/1946         Sin palabras (Carlos Saavedra)
RBI129   30/12/1946         Esta noche me emborracho (Carlos Saavedra)
RBI130   30/12/1946         Mañana por la mañana (Alberto Amor)
RBI131   23/09/1947         Margot (Carlos Saavedra)
RBI132   23/09/1947         Y dicen que no te quiero (Alberto Amor)
RBI133   22/07/1948         La viruta (Instrumental)
RBI134   22/07/1948         Por la güella (Por la huella) (Carlos Saavedra)
RBI135   13/04/1950         A la gran muñeca (Instrumental)
RBI136   13/04/1950         Matala (Carlos Heredia)
RBI137   13/09/1950         Racing Club (Instrumental)
RBI138   13/09/1950         Serenata campera (Carlos Heredia/Hugo Duval)
RBI139   30/07/1951         Bailarina de tango (Hugo Duval)
RBI140   30/07/1951         Caricias (Carlos Heredia)
RBI141   04/10/1951         Adoración (Carlos Heredia/Hugo Duval)
RBI142   04/10/1951         Por tener un corazón (Hugo Duval)                                       
RBI143   05/11/1952         El recodo (Instrumental)
RBI144   05/11/1952         La copa del olvido (Hugo Duval)               
RBI145   19/05/1953         El internado (Instrumental)
RBI146   19/05/1953         Y volvemos a querernos (Carlos Heredia)                               
RBI147   12/12/1953         Estás llorando (Hugo Duval)                     
RBI148   12/12/1953         Mi pecadora (Hugo Duval)
RBI149   29/06/1954         Cielito mío (Instrumental)
RBI150   29/06/1954         Sangre de mi sangre (Hugo Duval)
RBI151   29/12/1954         No me digas que no (Hugo Duval)
RBI152   29/12/1954         Y... no te voy a llorar (Hugo Duval)
RBI153   04/11/1955         Santa Milonguita (Hugo Duval)
RBI154   04/11/1955         Triste comedia (Hugo Duval)
RBI155   24/03/1956         Alguien (Hugo Duval)
RBI156   24/03/1956         Organito de la tarde (Hugo Duval)
RBI157   28/08/1956         El carrerito (Hugo Duval)
RBI158   28/08/1956         Ramona (Hugo Duval)
RBI159   09/01/1957         Mi vida en tus manos (Hugo Duval)
RBI160   09/01/1957         Soñemos (Hugo Duval)
RBI161   24/05/1957         Espérame en el cielo (Hugo Duval)
RBI162   24/05/1957         Solamente Dios y yo (Hugo Duval)
RBI163   09/09/1958         Aquí en la tierra (Hugo Duval)
RBI164   09/09/1958         Como en un cuento (Hugo Duval)
RBI165   12/11/1958         Amor mío (Hugo Duval)
RBI166   12/11/1958         Todo es amor (Hugo Duval)
RBI167   06/03/1959         En el lago azul (Hugo Duval)
RBI168   06/03/1959         Mi alondra (Hugo Duval)
RBI169   16/09/1959         La canción (Hugo Duval)
RBI170   28/07/1960         Ayúdame (Hugo Duval)
RBI171   28/07/1960         Te burlas tristeza (Hugo Duval)
RBI172   07/08/1961         Andrajos (Hugo Duval)
RBI173   07/08/1961         Venus (Instrumental)
RBI174   04/10/1961         Bar Exposición (Instrumental)
RBI175   04/10/1961         Canción para un cariño (Hugo Duval)
RBI176   00/00/1959         Oh, mamma mía! (Hugo Duval)
RBI177   00/00/1963         Con un silbido en los labios (Carlos Almagro)
RBI178   00/00/1963         Duerme mi niña (Carlos Almagro)
RBI179   00/00/1964         La Tablada (Instrumental)
RBI180   00/00/1964         Y a mí,  qué! (Carlos Almagro)
RBI181   00/00/1965         Canaro (Instrumental)
RBI182   00/00/1965         Mariposita (Hugo Duval)
RBI183   00/00/1965         Milonga con variaciones (Instrumental)
RBI184   00/00/1965         Si no estuvieras tú (Carlos Almagro)
RBI185   00/00/1966         Amor de verano (Hugo Duval)
RBI186   00/00/1966         Arriba Jara! (Hugo Duval)
RBI187   00/00/1966         Estrella (Hugo Duval)
RBI188   00/00/1966         Palermo (Carlos Almagro)

Redactada por Miguel Recuerdo

11/12/17

Entrevista a Oscar del Priore

Por Jonathan Rippel.
Publicado en septiembre de 2007.

Tarde fría pero soleada. Camarín del Teatro Alvear. El sonido de un violín que viene de otro camarín se cuela por la puerta. Próximo a publicar una biografía de Pugliese, miembro de la Academia Nacional del Tango, la Academia del Lunfardo y la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires, Oscar Del Priore le cuenta a MBA On Line detalles de  la creación  de la orquesta, su evolución y su punto de vista sobre la historia del tango.


¿Cómo se gestó la Orquesta del Tango de Buenos Aires?
La orquesta comenzó a actuar el 2 de febrero de 1980 pero el proyecto nació a fines del año anterior. Ricardo Freixá, que era el Secretario de Cultura de la entonces municipalidad, me llamó a propósito de la idea de formar una orquesta de tango. En 1980 se cumplían 400 años de la segunda fundación –la definitiva– de Buenos Aires y, además, 100 de su federalización. Por tal motivo, la municipalidad iba realizar durante todo el año una serie de festejos que incluían recitales y publicaciones. Y estaba la idea de formar una orquesta, dependiente de la Secretaria de Cultura, para que tocara tangos y para que tuviera un director fijo y también, directores y cantantes invitados, quienes se contratarían para distintas funciones.  

Al finalizar el año 80, la orquesta iba a desaparecer. Las funciones se iban a realizar en forma gratuita en distintos ámbitos de la ciudad. A mí me pareció una idea excelente y por ende intercambiamos impresiones. Freixá me preguntó los nombres de los músicos que podrían integrar la orquesta y quién podría dirigirla. No eran decisiones sencillas porque, si bien en esa época vivía mucha gente que ahora es sólo un recuerdo pero que podía dirigir la orquesta, la persona debía ser permeable a los distintos estilos de cantantes. No era conveniente tampoco, por razones de trabajo, poner como director de la orquesta a un músico que ya tuviera una orquesta propia y que actuara en ella, por ejemplo Horacio Salgán. Porque él en esa época estaba trabajando con su propia orquesta y con su propia música, iba a tener dificultades y además, era una persona de un estilo muy personal. 

Se me ocurrió entonces que la persona indicada era Carlos García, que no tenía una orquesta fija sino que trabajaba realizando arreglos y grabaciones para las discográficas. Me parecía un excelente músico y uno de los más grandes que teníamos en ese tiempo. Y además, por su experiencia de grabar con tanta gente, era una persona indicada para realizar acompañamientos y arreglos. Entonces sugerí su nombre. En cuanto a los músicos que podían integrar la orquesta, yo me abstuve porque –le dije a Freixá– si iba a ver un director, debía ser él quien decidiera. La cantidad de músicos que la iban a integrar dependía del presupuesto. Yo había trabajado mucho con Carlitos García, tanto en Radio Municipal como en el Viejo Almacén. Fui a su casa, le expliqué cómo venía el tema y me contestó: "Me encanta la idea pero no puedo, porque a fin de febrero me voy a Japón". Se iba de gira por más de dos meses. 

Entonces lo fui a ver a Freixá y le conté la respuesta de García.  Aquél me preguntó qué íbamos a hacer. Le conté mi idea: García realizaría los arreglos, ensayaría y debutaría con la orquesta en febrero. Realizaría varias actuaciones.  Y luego, cuando tuviera que irse de gira, con todo en marcha, iba a poder delegar por un lapso la dirección a uno de los músicos de la orquesta. A Freixá le pareció bien. Carlitos me dijo que lo iba a pensar. Me llamó tiempo después y me señaló: "Como idea está bien pero no me gusta eso de tener que empezar e irme y, además, por ahí podemos tener problemas durante el año. Yo pediría que fuéramos dos los directores nombrados fijos". Y agregó que Raúl Garello sería el indicado para dirigir con él porque, además de las condiciones de aquél, se llevaban bien. Lo consulté a Freixá y estuvo de acuerdo. Entonces comenzaron los ensayos con ellos como directores de la orquesta, que luego debutó en el Teatro San Martín.  De ahí en más, durante todo el año, se realizaron infinidad de actuaciones, con cantantes y directores invitados. Recuerdo que cuando Carlitos se fue a Japón, Osvaldo Berlinghieri, que era el pianista en aquella época, pasó también a dirigirla en algunas ocasiones. Después volvió Carlitos y siguieron hasta fin de año. Como la orquesta, al igual que es hoy en día, era gratuita -o sea que cobraba un caché por la Municipalidad-, llovían los pedidos. Y cuando llegamos a fin de año, había un montón de pedidos en carpeta que ya no podíamos hacer. Dado el éxito se nos renovó el contrato por un año más. 

Al terminar el ‘81, se volvió a renovar el contrato y durante el año siguiente, como se veía que la orquesta interesaba mucho, se decidió a pasarla a planta permanente, a institucionalizarla. Y bueno, de ahí en más la orquesta no paró. Cambiaron muchos integrantes, se amplió un poquito –hay aproximadamente unos diez músicos más que en la formación original– y hemos seguido con éxito no sólo en el país sino también, en el exterior puesto que hemos realizado varias giras.

La orquesta, ¿sigue con los mismos objetivos con que se creó?
Claro. La orquesta siempre tiene artistas invitados y sus directores propios. Claro que en su origen, teníamos cantores fijos y también invitados. Después de la muerte de Hernán Salinas, los cantantes fueron variando permanentemente. Sigue habiendo un repertorio amplio, obras tradicionales y otras nuevas, cantantes consagrados y también, nuevos. Siguen dirigiendo a veces directores invitados muy conocidos y otras, muchachos de la nueva jornada del tango, que tienen su oportunidad de dirigir una orquesta grande, lo que no es fácil en estos momentos.

¿Cómo recuerda el día que estuvieron en el Teatro Colón?
Allí estuvimos por lo menos tres veces. Recuerdo la primera vez de ellas: se abrió el telón y me quedé mudo porque sólo conocía el Colón del otro lado. Observé todas las luces, todo lo que tiene ese teatro... Fue una de las emociones grandes de mi carrera profesional.

Usted fue uno de los fundadores e integrantes de la Academia Nacional del Tango...
Sí, lo fui. Llegué a ser vicepresidente de la Academia. En la actualidad soy académico de número. También fui integrante de la Academia Porteña del Lunfardo. 

¿Cómo funciona la Academia de Lunfardo? ¿Parecida a un club?
Bueno..., como un club por el vínculo fraternal, pero es una academia que realiza actividades culturales, de investigación y creativas. También, espectáculos y publicaciones. Una vez por mes nos reunimos todos los académicos para tratar los temas de funcionamiento de la academia y además, para estudiar distintos términos del lenguaje popular de Buenos Aires. Las reuniones, por supuesto, no son obligatorias.

¿Podría contar alguna anécdota de la Academia de Lunfardo o alguna investigación en particular que le interesó a usted?
Todas son importantes. Yo me prendó más, generalmente y dada mi especialidad, cuando las investigaciones corresponden a vocablos que figuran en algún tango, porque soy, más que nada y en la Academia, especialista en tango. Los académicos cubren distintos rubros de las actividades que se realizan allí. Hay pintores como Carlos Cañás, músicos, escritores, ramas de la vida intelectual, que tienen una relación casi directa con el lunfardo y también con el tango y el teatro.

Hace más de tres décadas que realiza programas de radio y colabora en medios gráficos y programas de televisión...
He trabajado en radio y TV.  Soy locutor profesional. Pero en cierto modo me fui retirando porque, primero, desarrollo mucha actividad como escritor y como docente; segundo, en esta época para trabajar en radio es casi necesario no sólo ser un hombre que le gusta armar programas sino también alguien que consiga sponsors, y a mí me cuesta un poco. Además, estoy bastante ocupado. Obviamente, la radio es mi vocación y siempre me encantó trabajar en ese género. Ya volveré algún día, tal vez (ríe). Pero sí: trabajé en casi todas las radios. En la que más lo hice fue en Radio Municipal, donde además de tener mis audiciones, fui locutor.

Además, escribió varios libros...
Como siete. Ahora está por salir uno nuevo, que es la biografía de Osvaldo Pugliese.

Usted investigó y escribió mucho sobre la historia del tango. ¿Dónde considera que nació Gardel? ¿En Argentina, Francia o Uruguay?
El tango nació en Argentina en 1850 y pico, después recorrió todo el mundo. Pero es un misterio dónde nació Gardel. Creo que la respuesta está entre Francia y Uruguay.

¿Gardel fue tan grande como se dice?
(Sin vacilar) Sí, sí, el más grande. Un creador que inventó toda una forma y que, además, cantaba perfecto.

Fue rector y docente en la Universidad del Tango de Buenos Aires.
La Universidad del Tango no existe más. En este momento soy docente en tres instituciones. Pero la Universidad del Tango también fue un proyecto de la Municipalidad de Buenos Aires, y me habían llamado a mí para crearla. El que me llamó fue el entonces subsecretario de Educación, Daniel Filmus. La idea era crear una universidad muy completa. Pero el proyecto no se llegó a cristalizar. Nosotros comenzamos con una parte de la universidad. En realidad, todavía existe pero no con ese nombre. Para constituirse en una universidad, una institución debe cumplir una serie de requisitos: horas cátedra, cantidad de alumnos, etc. El entonces intendente era Carlos Grosso. El duró poco porque fue destituido. Entonces, lo que pasa siempre es que un proyecto que viene de otro jefe después no le dan continuidad. Por ende, todo lo que Grosso me había prometido, que era todo lo que hacía falta para tener una universidad en serio, no se logró porque no se llegó a concretar. Con todo, no se cerró pero trabajamos en escuelas prestadas y ha sido así hasta la fecha. 

Como finalmente no se hizo lo de la universidad, de la cual yo iba a ser el rector, cambió de nombre y pasó a llamarse Centro Educativo del Tango. Y yo, que era rector, finalmente renuncié a ese cargo pero sin retirarme de la institución, a la cual le tengo mucho cariño. Pero no me daba el tiempo, tenía que estar muchos días. Era demasiado complicado, sobre todo en cuanto a la parte operativa, aunque no en cuanto a la parte intelectual, que me encantaba. Al renunciar quedé como profesor, que lo sigo siendo, pero del Centro Educativo de Tango. En la Universidad que sí enseño es en el IUNA. También doy clases en la Academia Nacional del Tango.

Antes había nombrado al Viejo Almacén, donde fuiste presentador.
Como locutor presenté espectáculos en muchos lugares. Por sobre todas las cosas, en el Viejo Almacén, donde trabajé 17 años, presentando a Edmundo Rivero, Osvaldo Pugliese, D’Angelis, Salgán, Alberto Marino, Charlo.

¿Puede contar alguna anécdota de sus charlas con los Grandes Maestros?
Claro, si con ellos estaba todo el día... Con Rivero jugábamos al truco. Y con Pugliese también. Y tomábamos café en los camarines. Y hablábamos de fútbol y de política. Es como cuando vas al laburo y hablás con tus compañeros. Muchas veces íbamos a comer después del show. Era un trato muy fraternal y muy lindo y todavía más, porque tenía el privilegio de estar con esa gente que admiraba tanto.

Yendo más atrás en el tiempo: usted ganó el Concurso Odol Pregunta en el ’60 y en el ’63. ¿Cómo los recuerda?
Con mucho cariño, porque toda la gente se sigue acordando. Los que vivieron esa época lo recuerdan. Yo empecé en el tango por eso. A lo mejor, si no hubiera tenido esa suerte de haber ganado el premio, no hubiera trascendido mi nombre. En aquel entonces, después de ganar ese concurso, me hice muuuy famoso. Fijate que cuando gano Odol en 1960, había dos canales nada más: el 7 y el 9. Y ese programa le interesaba tanto a la gente que lo pasaban a la vez por los dos canales, así que era como si hablara el presidente. Y además no habían tantos televisores como ahora. Como era un programa muy visto, lo pasaban también por dos de las grandes radios de la época: Radio El Mundo y Radio Belgrano, que lo transmitían para los que no tenían TV.


O sea que era un acontecimiento por el que se paraba el país. Después no podía ni salir a la calle. Era muy groso. Claro, era otra época, otra ciudad, otra gente. Nos contaban que en el interior no se veía, por ejemplo, porque todavía no había repetidoras. Pero que lo escuchaban por radio y la gente en los boliches del campo hacía apuestas por los resultados del concurso.

En ese entonces, ¿ya sabía mucho de tango? ¿era un apasionado?
¡Era un caradura! Cuando me anoté tenía 15 y estaba a leguas de saber lo que sabe un tipo jovato como yo, de 63. A esta edad uno es mucho más responsable. Con todo, evidentemente yo sabía mucho en ese momento. Había mamado el tango de chiquito, escuchaba la radio e iba a las audiciones, pero creo que no sabía tanto como para ir a un concurso. Cuando me anoté en el certamen no les conté a mis viejos. Me llamaron a una prueba y fui. Y después, cuando ya había pasado la prueba y tenía que ir a la televisión, te hacían firmar un contrato para que no te borraras a último momento. Yo no podía firmar porque era menor de edad (risas). Entonces volví a mi casa y le digo: "Papá, tenés que acompañarme". Y él: "¡¿Qué?!". Se cagaron de risa, no me dijeron nada y me apoyaron en todo. Me anoté en secreto por si fracasaba, para que nadie se enterara. Todavía hay mucha gente que se acuerda de eso, la que tiene mi edad o un poco más.

Tuvo varios premios. ¿Cuál es el que más valora?
Valoro todos. Hay uno que me llenó de orgullo. Fue en el año 2000, cuando se realizó una encuesta, en todos los lugares de tango, que organizó el Ateneo Porteño del Tango (APORTA) conjuntamente con la Legislatura del Gobierno de la Ciudad. La idea de APORTA era premiar a "La mejor figura del siglo en el tango".  Para ello, se ponían urnas y votaban los tangueros: los que iban a las milongas, las radios, los recitales... Existían distintos rubros: el mejor bailarín del siglo, el mejor bandoneonísta, el mejor cantor...  Yo gané en el rubro "Mejor comentarista de tango del siglo". No sé si lo seré porque, a lo mejor, han habido algunos mejores que yo pero, bueno... , el público me votó a mí. Y eso, realmente, me emociona mucho.

¿Cómo ve el futuro del tango?
Un poco problemático. Pero no por falta de talentos, que los hay, sino por falta de artistas de convocatoria. Cuando era niño, había artistas que te llenaban un club. Y hoy no los hay y eso hace que el tango esté en problemas. Antes se estrenaban tangos, como "Malena", que cantaba toda la ciudad. Ahora no. Sí está Susana Rinaldi y Cacho Castaña. Pero antes tenías una bocha de artistas que atraían a la gente, que hacían cola para verlos, que se volvían locos. En fin: si no hay figuras, no hay éxito. En lugar de estrellas, hay universidades y escuelas donde se estudia el tango y se están escribiendo más libros de tango que nunca. Tal vez el tango se esté convirtiendo en un fenómeno que se haya detenido en su evolución después de Piazzolla. No creo que vaya a desaparecer nunca pero quizás le ocurra lo mismo que a la música clásica o como la ópera, que no desaparecen pero tampoco avanzan. Me gustaría que no fuera así y que siguiera creciendo.

¿Por qué creé que ocurrió ese fenómeno? ¿A qué lo atribuye?
Fueron muchas circunstancias pero principalmente se debe a que hubo muchos años sin tango. A partir de los años ’60 comenzó a decaer y decaer y a la gente le interesaba cada vez menos. Hubieron dos generaciones sin tango. Antes, los chicos crecían en una ciudad de tango, donde lo escuchaban por la radio. Además, en el club de tu barrio venían las orquestas a tocar. Era chico pero me acuerdo. A los clubes de mi barrio venían Di Sarli y Héctor Varela. Y la gente se subía a los árboles para escucharlos. Y después hubo mucho tiempo de sequía, por lo cual es un poco difícil reestablecer la conexión pero ojalá se pueda: es lo que más deseo. Y bregamos por eso también con la orquesta, porque afortunadamente desde 1980 hasta ahora hizo muchas obras y se sigue destacando.

LOS TOP FIVE DE OSCAR DEL PRIORE
1. Aníbal Troilo
2. Osvaldo Pugliese
3. Horacio Salgán
4. Astor Piazolla
5. Mariano Mores