3/6/10

A Rubén Juárez - Por Florentino Diez

Te fuiste con el otoño, sin perfumes
de jazmines, glicinas y emparrados.
El albo bandoneón, está callado
llorando, sin consuelo, en este lunes.

Te fuiste con tu tango, con tu numen,
simbiosis de asfalto y empedrado,
visceral, sufriente y desgarrado,
emprendiste el viaje hacia tu nube.

Pero estás, en el inventario del porteño,
del tronco tanguero, sos astilla,
despertarás de lo que fue un mal sueño,
y otra vez en el centro y en la orilla
voz y tu jaula se harán dueños
del doliente pregón de algún canilla.

"Si sientes que todo perdió su sentido, siempre habrá un "te quiero", siempre habrá un amigo. Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta."
Ralph Waldo Emerson

A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa.
León Tolstoi

Un hijo de Rubén Juárez relató las últimas horas


Leandro Juárez expresó en El Oro y el Moro de Radio 10 que tanto él como sus hermanos pudieron despedirse de su padre momentos antes de su muerte.


Pocas horas después del fallecimiento de Rubén Juárez, uno de sus hijos, Leandro, habló con Oscar González Oro en su programa El Oro y el Moro de Radio 10 y reconoció que en los últimos tiempos su padre no sintió dolores a pesar de sufrir una enfermedad terminal. "Estuvo hasta dos días antes en nuestra casa en Carlos Paz. Hicimos traer un remedio alternativo a la medicina, lo cual sirvió muchísimo porque le quitó el dolor y le dio mucha calidad de vida", expresó el hijo del músico. "De hecho ahí vino la confusión nuestra, porque al ver que mejoraba, que no le dolía nada, dijimos 'bueno está funcionando, le está sirviendo'. Obviamente nosotros lo traemos acá para estabilizarlo y llevarlo a Cuba para hacerle un tratamiento pero nos encontramos con que la enfermedad estaba muy avanzada", agregó Leandro Juárez.

El hijo de Rubén Juárez contó que su padre sufría cáncer desde 2008 y que los médicos le habían dicho que tenía que someterse a quimioterapia. "Por como era mi viejo, por lo coqueto y por todo el tema del laburo de él no quiso. Hizo sí radioterapia y de hecho los estudios le habían dado excelente en el Allende de Córdoba, pero bueno evidentemente no fue así y después esto se le fue al hígado y luego se le hizo una metástasis en los huesos irreversible", relató.

Leandro Juárez aseguró que su padre estuvo consciente hasta el último momento y que hasta sus familiares más directores pudieron entrar a la sala de terapia para despedirse. "Cuando nos fuimos le dio un paro cardiorrespiratorio, en ese momento se había confundido la información porque todo el mundo pensó que ese había sido el momento del fallecimiento pero ahí lo lograron estabilizar pero murió hoy a las 8 de la mañana", explicó.

Juárez recordó además que al músico le habían realizado hace unos años un by pass gástrico por su exceso de peso: "Él tenía mucho laburo como para andar haciendo una dieta y al viejo le gustaba comer". A pesar del dolor que causó su muerte, sus familiares están aliviados por la forma de vida que tuvo el músico. "Él en su vida hizo y decidió siempre lo que él quiso, lo que él tuvo ganas", recordó Leandro Juárez.

1/6/10

Rubén Juárez: más que un cantor de tango

Por José María Otero (Madrid - 31/05/2010)

Muere en Buenos Aires uno de los más importantes bandoneonistas argentinos

Su aparición fue como un oasis en el desierto. Cuando el tango atravesaba una de sus clásicas mareas bajas, cercado por continuas dictaduras que recelaban de la cultura y por la invasión de distintos ritmos foráneos que apoyaban las grabadoras, llegó el tango en su bandoneón, su pinta ganadora y su hermosa voz de barítono. Una dupla rarísima en una sola personalidad: el fueye y el cantor. Con las dificultades que entrañan ejecutar ese instrumento donde no se ven los 38 botones en la caja del canto ni los 33 en la del bajo, y que acompañen la entrañable entonación cantable que venían a refrescar los viejos poemas tangueros y a traer cantos nuevos. Aníbal Troilo, con su habitual bonhomía y parquedad, lo abrazó, le dio un beso y le dijo: "Pibe, sos un regalo del cielo. Gracias por llegar". Ha muerto hoy en Buenos Aires, a los 62 años, a causa de un cáncer de colon.

Había nacido en Ballesteros, en la provincia de Córdoba, el 5 de noviembre de 1947, y a los dos años su familia se instaló en Avellaneda, vecina a la Capital. Allí lo pusieron a estudiar bandoneón con el maestro Domingo Fava, a la vez que su voz de jilguero pedía cancha por escapar de la jaula. Con apenas nueve años y pantalones cortos toca el fueye en la Orquesta Típica del club Atlético Independiente, justo el futbolero rival de su Racing Club del alma. Aunque con los chicos del barrio y siguiendo los dictados de la música de moda, forman un conjunto de rock llamado Los Tammys.

Un poco a escondidas estudió guitarra y pasó por otros conjuntos juveniles cuando el rock se cantaba todavía en inglés. Debutan en radio El Mundo con los Telestars y Rubén con el seudónimo de Jimmy Williams. La desaparición de Julio Sosa (su ídolo) en 1964 parece dejar un vacío existencial en el tango y ese muchacho con aspecto de galán, sonrisa gardeliana y repertorio clásico, apadrinado por Aníbal Troilo -que le confesaría en la intimidad: "Sos el hijo que no tuve"-, entró con el pie derecho y aires de triunfador en el escenario tanguero, tan exigente con las nuevas figuras.

Su madre, Doña Miguelina, que lo llevó a actuar en la fábrica donde trabajaba, lo estimuló constantemente, lo orientó en su vocación y le recomendó que tuviera un repertorio importante. Con el guitarrista Héctor Arbelo recorrió al principio diversas localidades y allí se fue fogueando, juntando algún dinero para sobrevivir, a la vez que por consejo de este aprendería a matizar. Firmemente enraizado en la lírica fundacional de la lírica porteña, su interpretación, su fraseo y entonación le permitieron erigirse en la figura de mayor gravitación dentro de su generación.

El antiguo vocalista Horacio Quintana le descubrió entusiasmado en una gira, se convirtió en su manager y le abrió las puertas del mítico local Caño 14, para que el Buenos Aires noctámbulo lo recibiera como nueva gran figura del tango. A la vez, lo llevó la discográfica y grabó su primer tema: Para vos canilla.

Rumbo a la idolatría popular, Nicolás Mancera lo subió al último peldaño en su exitoso programa de televisión Sábados circulares. Porque todos aquellos poemas tangueros que parecían imposibles de ser cantados por otros que no fueran sus creadores, los tamizaría dentro de su estilo personalísimo y las diferentes generaciones de porteños lo aceptaron sin reservas.

Lo ovacionaron en Colombia, Venezuela, Uruguay y siguió grabando álbumes sin cesar. En 1978 ganó su primer Disco de Oro y actuó en Televisión Española, con gran éxito. La tanguería Les Trottoirs de Buenos Aires en París, teatros de Estados Unidos, los Festivales de Granada, escenarios de Madrid, Barcelona, lo recibieron entre grandes aplausos. Fue propietario del Café Homero, por donde desfilaban sus feligreses. La bohemia irrefrenable le impediría tener parejas estables. En ese sentido, su generosidad le llevaba tanto a cantar en mi casa madrileña como para Alfredo Di Stéfano en El Viejo Almacén de Dehesa de la Villa, o hacer tango y flamenco con El Cigala en casa de un amigo hasta la madrugada.

El tango llora su final y lo recuerda con su propio tema Mi bandoneón y yo: "Si yo a mi bandoneón lo llevo puesto / como un cacho de tango entre las venas. / Y está de Dios que al dar mi último aliento, / moriremos a un tiempo... mi bandoneón y yo".
(Publicado por su autor en el Diario "El País", Madrid, España)